Durante la Segunda Guerra Mundial (1945), un niño japonés se paró delante de una pira funeraria y esperó su turno, para cremar a su pequeño hermano muerto. La persona que sacó la fotografía dijo, en una entrevista, que el niño se mordía tan fuerte los labios para no llorar que le caía sangre de la comisura de su boca. Fue entonces que el guardia le pidió el cuerpo y le dijo: “Dame la carga que traes en la espalda”. Y el niño respondió: “NO ES UNA CARGA, ES MI HERMANO”. Entregó el cuerpo, se dio la vuelta y se fue…
La historia fue inmortalizada en la película animada "La tumba de las luciérnagas". En Japón, incluso hoy en día, esta imagen se utiliza como símbolo de fuerza. Que esta foto sirva de ejemplo para los muchachos de hoy que sufren por palabras, que creen que el mundo se terminó porque la novia deshonrada lo cambió por otro. Jóvenes que desprecian a sus padres, haciéndolos llorar de disgusto por sus chantajes emocionales. ¡¡Crezcan!! Vuélvanse hombres y mujeres de honra, al mundo no le importan sus juegos emocionales. Su única alternativa es ser fuerte en este mundo, sirva a Dios con todas sus fuerzas y, si tiene que desistir, ¡desista de ser débil!